Desarrollo de la lateralidad

Según la rae, la lateralidad se define como: "Preferencia espontánea en el uso de los órganos situados al lado derecho o izquierdo del cuerpo, como los brazos, las piernas, etc."

El desarrollo de la lateralidad, o lateralización, pasa por tres fases. 

Los primeros dos años de vida, los niños y las niñas pasan por el proceso de identificación. No hay una lateralidad definida y no seríamos capaces de predecir si van a ser zurdos, diestros o ambidiestros.


Desde los dos hasta los cuatro años tiene lugar la fase de alternancia, en la cual los niños y niñas utilizan ambos lados indistintamente, es decir sin una preferencia, aunque hay un mayor uso del lado por el que posiblemente se vayan a definir.

En una tercera etapa, llamada de automatización, se puede observar una preferencia y mejor manejo por uno de los lados. Esto sucede desde los  cuatro a seis años y la lateralidad estaría pues definida.

Una clasificación bastante adecuada sobre los tipos de lateralidad es que que establece Ortigosa (2004), que distingue entre lateralidad armónica y disarmónica.

Dentro de la lateralidad armónica, se encuentran los diestros armónicos y los zurdos armónicos, que son quienes tienen un lado único preferente en todos los segmentos del cuerpo.

En cuanto a la lateralidad disarmónica, pueden existir:

Ambidiestro: Aquella persona que utiliza indistintamente tanto el lado derecho como el izquierdo de su cuerpo para cualquier tipo de tarea.

Zurdo disarmónico: Aquella persona que dependiendo de la tarea utiliza un lado de su cuerpo u otro, aunque el lado izquierdo es preferente.

Diestro disarmónico: Asímismo, dependiendo de la tarea usaría un lado u otro, pero tendría preferencia por el derecho.

Por último, cabe destacar otro tipo de lateralidad que puede acarrear muchos problemas. Se trata de la zurdería contrariada. La zurdería contrariada se produce en la infancia cuando los adultos prohíben al infante el uso del lado izquierdo y obligan al uso del derecho. 

Para concluir, es recomendable que dejemos a los pequeños que tengan oportunidades suficientes para descubrir, practicar y manejar su lateralidad. En ningún caso es recomendable corregir la lateralidad de ningún niño.